El bus ateo Merced
a la amabilidad del Acalde de Madrid, señor Gallardo (para sus
entusiastas partidarios, Gallardón), el Bus Ateo, del que nuestros
lectores ya habrán oído hablar, tendrá una parada normalizada justo
delate de la puerta unilateral del Fierabuilding, en el punto de
O'Garthia Square donde confluyen Savater Boulevard y Almudena'sss
Grande'sss Promenade. Esto ha hecho que el atractivo que de por sí
tiene la iniciativa de la periodista del diario londinense "The
Guardian", Ariane Sherine, a la que se unió el profesor de biología de
Oxford, Richard Dawkins, autor de El espejismo de Dios, El relojero
ciego, El gen egoísta, etc. crezca sobre un césped de entusiasmo dentro
de mi corazón. Sobre todo, por las curiosas reacciones que, estaba
seguro, suscitaría y que tanto me placería comentar.
Ha
sido muy curioso, sí. Unas personas, entes contemporáneos nuestros, que
llevan veinte siglos –o quizá cinco mil millones de años--, por sí o
por sus ilustres antepasados, haciendo propaganda de un ser que nunca
han visto y cuya existencia nadie ha demostrado, han puesto el grito en
el cielo, como diría Antonio Gala, como consecuencia de su cabreo
global, porque otras personas, muchísimas menos, hagan propaganda de lo
contrario durante unos menos que pocos meses. Y basándose, para
protestar y hasta condenar, en ideas tan peregrinas como sedentarias.
Debo
empezar por decir algo que he comprobado que muchas personas,
incluso de las favorables al bus ateo, ignoran: a Ariane Sherine se le
ocurrió la idea de la campaña, después de contemplar, durante casi un
año, autobuses londinenses con este letrero: "Cuando venga el Hijo del
Hombre, ¿encontrará fe en la tierra?" Quienes han manifestado, por
medio de cartas al director, en "ABC" o "La Razón", que no es
correcto hacer publicidad de ciertos temas, estoy seguro de que, en
cierto punto de su razonamiento añadirán: "según quien y sobre qué lo
haga, naturalmente.".
Don
Manuel Cobo, creyente él y Vicealcalde de Madrid, se extraña de que,
"en un momento de crisis como éste, se gaste tanto dinero para hacer
publicidad de este tipo de cuestiones". Naturalmente, no ha faltado
desaprensivo que le pregunte en seguida por qué no ahorra la Iglesia,
por la misma razón, los 18.000 euros que le cuesta llevar a Roma a cada
obispo cuando hay sínodo. O la enorme cantidad que gasta en
procesiones, reuniones inútiles, exorno, manifestaciones contra los
derechos de los gay…
En
parecido sentido se ha manifestado doña Rita Barberá, alcaldesa de
Valencia: por lo que hay que preocuparse, dijo, es por los parados.
Ningún cura habla de los parados en su homilía, porque, si hablara, no
tendría tiempo de ocuparse de otras cosas, pero algo inteligente
tenía que decir…
Para
Pedro Tarquis, portavoz de Alianza Evangélica, la campaña "es
contradictoria porque con ella sus promotores hacen que el ateismo sea
una religión más, en la que se defiende la creencia de no creer en
Dios". Reconozco que me asombra la sagacidad de este hombre. Ahora lo
veo claro: cada cosa que es objeto de propaganda se convierte en el
contenido de una religión. Así el Ariel. Quienes lo propagandean no se
dan cuenta de ello, ni de que lo que en realidad hacen es fomentar la
creencia en las virtudes detergentes de los encymas biodegradables.
¿Y
el argumento de don Alejandro Barragán, Presidente de los Religiosos?
Los promotores de la campaña son unos intolerantes. ¡Pues claro! Y hace
bien en decirlo desde su pertenencia a la religión más intolerante de
la historia, creadora de la Inquisición, los procesos, las
excomuniones, etc. y que ha quemado o condenado a gente por sostener
verdades científicas como el movimiento de la tierra o la circulación
de la sangre o sociológicas, como la pobreza de los pobres de Brasil.
Pero,
para mí, el más contundente argumento que se ha esgrimido ha sido el
del editorial de ABC del 10 de enero pasado. Aunque
era largo, se puede resumir en estas dos frases: "Es evidente el ánimo
de discordia de los promotores de la campaña". "¡Y ya hay que
tener ganas de molestar a la mayoría de los españoles, que son
creyentes!"
Es
triste, desde luego, que, para una vez en milenios que a los
pobres ateos se les ocurre decir "aquí estamos", les pongan tan mala
cara. En tiempos, han sido condenados a muerte –en muchos países
árabes, todavía lo son--, más recientemente, se les prohibía
expresarse. Ahora, la comunidad creyente los mira como seres
peligrosos, portadores de algún virus ideológico letal, y los evita,
porque, aunque nadie ha demostrado nada, creer es lo bueno y no creer,
lo malo, lo dañino.
Personalmente,
en lo más íntimo, estoy con los ateos, pero no lo digo. Si lo hiciera,
sé que mucha gente que conozco me negaría el saludo. Por si acaso, no
pienso montarme en uno de esos autobuses. Es el sino de los, al fin y
al cabo, racionalistas en la cultísima Europa. Apuesto el brazo que no
perdí en Lepanto, a que si a Giordano Bruno le dan a elegir en su día
entre la hoguera y un bonobús, habría elegido el chamuscado.
Isidoro Merino
Post Scriptum.-
Ya en máquinas el artículo de Isidoro Merino, digno de su autor como se
habrá apreciado, irrumpe en la escena, cual Torquemada redivivo, el
conocido creacionista y piadoso hombre de fe, don Juan Manuel DE Prada
y DE las Cavernas, mediante la publicación de un artículo titulado
Disfrute de la vida como un señor ateo, publicado en ABC el 12 de enero
de 2009.
Creo,
después de leerlo, que De Prada, además de ser un intolerante, no es un
intelectual honrado ni un cristiano consecuente. Si considera que los
ateos, a los que, por cierto, compara con los cerdos, son personas
desesperadas, extraviadas, hastiadas, tristes, etc., tendría que
compadecerse de ellos, ejercer la misericordia, no burlarse. Por otra
parte, me planteo, ¿conoce él a tantos ateos como para poder describir
tan prolijamente su comportamiento y sus actividades, y hasta su
pensamiento y sus sentimientos? Porque yo, que he sido creyente, sí
puedo decir mucho de los creyentes y del ambiente que les rodea con
bastante fiabilidad. Pero ¿él? El tan crédulo como nada riguroso señor
De Prada achaca continuamente a sus adversarios ideológicos lo que a él
le conviene para "refutarlos" con facilidad. Pero, por ejemplo ¿cómo
van a decir los ateos, como él pretende, que Dios "es un ser tiránico
que abruma y aflige a los hombres", si no creen que exista? No es la
única tergiversación que lleva a cabo, para intentar poner las
carambolas fáciles a su ingenio inexistente. El artículo, tirando a
ridículo, escrito evidentemente para un público de beatas y beatos sin
el menor sentido crítico ni la menor formación, está planteado como
aquellos libritos en que, a dos columnas, se iba diciendo lo que
hacía el niño mal educado en determinada circunstancia y lo que hacía
el que lo estaba bien: los ateos son seres tristes; los creyentes,
alegres… Los ateos no tienen esperanza; los creyentes, están llenos de
ella; los ateos son desdichados; los creyentes, muy felices, etc. etc…
Resultan
lamentables sus afirmaciones apodícticas y sus peticiones de principio.
¿Ha demostrado él la existencia de Dios? ¿Conoce a alguien que lo
haya hecho? Entonces, resulta muy poco seria, intelectualmente
hablando, y nada rigurosa su seguridad. Se apoya en la caprichosa e
insegura palanca de la fe. Sus afirmaciones se revisten de verdad
porque él lo cree así. ¿Creerá en serio que se puede construir un
silogismo que diga: "yo lo creo así, luego es así?" Parecería una
broma. Los ateos, en cambio, nos apoyamos en las evidencias que
señalan la cosmología, la antropología, la biología, la
paleontología… Y en que la historia demuestra que, cuanto más avanza la
ciencia, menos espacio queda para la fe.
Aunque
no lo diga, porque, en realidad, desconoce a los ateos, De Prada parte
del prejuicio de que creer es bueno y no creer, malo y, en
consecuencia, que los ateos son esos seres dañinos que ponen en peligro
la sociedad y, los creyentes, sus únicos posibles salvadores. ¿Es que
no es capaz de suponer, desde su posición de creyente crédulo, o de
hombre religioso, si quiere, que algunas personas hayan llegado
honradamente a una conclusión distinta a la que ha llegado él? ¿Por qué
trata al ateo como si fuera un ser peligroso que lo que quiere es
fastidiarle a él y a quienes piensan como él, negando algo que él
dice que es muy bueno, aunque no sepa lo que es ni cómo es ni dónde
está?
Un
nuevo traspiés, desde el punto de vista del rigor y la honradez
intelectual, lo da cuando tergiversa el mensaje de los autobuses, le
hace decir lo que no dice, y lo considera el enunciado del punto
central de la discusión. La propaganda no pretende decir que el
disfrute de la vida sea exclusivo de los ateos. Si se discute sobre la
existencia o inexistencia de Dios, nada tiene que ver el optimismo o la
tristeza -seguro que hay ateos alegres o apesadumbrados en la misma
proporción que creyentes alegres o apesadumbrados. Su generalización es
tramposa, porque hace decir a la propaganda atea lo que no
dice. Lo que hace es animar a disfrutar de la vida, no que la
increencia sea más alegre que la fe. De la posibilidad de decir esto es
de lo que De Prada lo quiere desposeer.
M. Asensio Moreno
Para el señor de Prada y de las Cavernas
Sr.
de Prada: me refiero a su artículo "Disfrute de la vida como un
señor ateo". Creo, después de leerlo, que usted no es un intelectual
honrado ni un cristiano consecuente. Si considera que los ateos son
personas desesperadas, tristes, etc., pienso que tendría que
compadecerse no burlarse. Por otra parte, ¿conoce usted a tantos
incrédulos como para poder sacar las conclusiones que saca, que parece
que come con ellos todos los días…? Porque yo, que he sido creyente, sí
puedo sacar las mías con bastante fiabilidad. ¿Cómo va a decir los
ateos que Dios "es un ser tiránico que abruma y aflige a los hombres",
si no creen que exista? No es la única tergiversación que lleva a cabo.
Resultan
muy chocantes sus afirmaciones apodícticas, la mayoría extraídas de
auténticas pticiones de principio.. ¿Ha demostrado usted la existencia
de Dios? ¿Conoce a alguien que lo haya hecho? Entonces, resulta
muy poco seria, intelectualmente hablando, y nada rigurosa su
seguridad. Usted se apoya en la caprichosa e insegura palanca de la
fe.. ¿Cree usted de verdad que se puede construir un silogismo que
diga: "yo lo creo así, luego es así?" Parecería una broma. Los
ateos, en cambio, nos apoyamos en las evidencias que señalan la
cosmología, la antropología, la biología, la paleontolgía … Aunque no
lo diga, porque, en realidad, desconoce el pensamiento de los ateos,
usted parte del prejuicio de que creer es bueno y no creer, malo. ¿Es
que usted no es capaz de suponer, desde su posición de creyente
crédulo, o de hombre religioso, si quiere, que haya personas que hayan
llegado honradamente a otra conclusión? ¿Por qué trata al ateo como si
fuera un ser dañino que lo que quiere es fastidiarle a usted y a
quienes piensan como usted, negando algo que usted dice que es
muy bueno, aunque no sepa lo que es ni cómo es ni donde está.
Usted
coge, como diría con ingenio Antonio Gala, el rábano por las hojas. Si
se discute de ateísmo, nada tiene que ver el optimismo o la tristeza
-seguro que hay ateos alegres o apesadumbrados en la misma proporción
que creyentes alegres o apesadumbrados. Su generalización es tramposa,
porque hace decir a la propaganda atea lo que no dice. Lo
que dice es que se disfrute de la vida, no que la increencia sea más
alegre que la fe, que es la base falsa de la que parte su artículo. Postdata de la Redacción:
Con la Iglesia hemos dado.- (pondremos en negrita nuestros
comentarios).- En un comunicado, la Conferencia Episcopal Española, tan
sabia y santamente liderada por el cardenal Rouco Valera, rechaza la
propaganda de asociaciones ateas con el mensaje "Probablemente Dios no
existe. Deja de preocuparte y disfruta de la vida" que se ha instalado
en los autobuses de distintas localidades españolas y europeas.
(Nosotros, por nuestra parte, rechazamos la propaganda que de una fe
sin contenido demostrado, vienen haciendo los creyentes y las iglesias
desde hace dos mil años, en todas partes y a todas horas. ¿Podemos, o
nos echarán encima a la Santa Inquisición?). La Conferencia
Episcopal Española reconoce que la libertad de expresión es un derecho
fundamental (según quien lo ejerza, claro), pero estima que los
espacios públicos que deben ser utilizados de modo obligado por los
ciudadanos (como los que nosotros utilizamos: estaciones de metro,
fachadas, periódicos, kioscos de prensa, emisoras de radio, cadenas de
televisión, libros de historia), "no deben ser empleados para
publicitar mensajes que ofenden las convicciones religiosas de muchos
de ellos". (Únicamente se debe ofender la inteligencia y las
convicciones de los ateos, esos malditos que tienen la diabólica
costumbre de pensar). Para la Conferencia Episcopal Española, el
mensaje ateísta lesiona el derecho al ejercicio libre de la religión,
que debe ser posible sin que nadie se vea "menospreciado o atacado".
(Mientras los infinitos mensajes de las iglesias no ofenden a los
ateos. Y, si se sienten ofendidos, que se aguanten, para eso no creen
en cuentos de hadas). Insinuar que Dios probablemente sea una invención
de los creyentes y afirmar además que no les deja vivir en paz ni
disfrutar de la vida es "objetivamente una blasfemia y una ofensa a los
creyentes", según la Conferencia Episcopal (que es quien dice lo que es
blasfemia, porque para eso está en posesión de la verdad. En su
opinión, las autoridades competentes deberían tutelar el ejercicio
pleno del derecho de libertad religiosa y compaginarlo con el amparo y
la promoción de la libertad de expresión de todos. (Pues de acuerdo. Y,
amparados, por esas autoridades competentes y sus leyes, seguiremos
diciendo que, según el estado actual de los conocimientos científicos,
en un universo tal y como está configurado éste, no hay lugar para
ningún Dios).
Nota final
En
el número anterior, hemos comentado la reacción de la Iglesia Católica,
y de su portavoz en España don Juan Manuel de Prada y de las
Carvernas, ante la propaganda atea en los autobuses de la EMT. Se nos
olvidó hacer una anotación sobre el eslogan, que tantos equívocos está
suscitando. Nosotros sabemos, de óptima tinta, que en su primitiva
redacción rezaba así: "Dios no existe", pero, por parecerles demasiado
directo o agresivo al Ayuntamiento de Londres y a la empresa de
publicidad, lo sustituyeron por el que por fin ha aparecido. Han sido
numerosos –y malintencionados- los comentarios que han tomado por
falta de seguridad lo que no es siquiera duda.
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